Vivencias y pensamientos sobre la ruralidad y la vida en el campo desde Purujosa pueblo casi deshabitado a la sombra del Moncayo.

lunes, 7 de febrero de 2011

Incendio en el Moncayo en 1993

Purujosa evacuado por un incendio. Ese gran titular aparecía un lunes, 13 de septiembre de 1993, en Heraldo de Aragón. Hace pocos días, cuando describí mi paseo por el Barranco de los Rincones, mencioné aquel incendio. Me llamó la atención que al comentarlo en el albergue, los vecinos no recordaban exactamente que día fue, incluso dudaban del año. La memoria es selectiva y transcurridos 17 años los recuerdos se pueblan de lagunas. De ahí que decidiera acudir a las fuentes, a los documentos contemporáneos, a las crónicas del acontecimiento. Me acerqué al Palacio de Montemuzo a consultar la hemeroteca municipal de Zaragoza.

Al día siguiente de producirse el incendio, Heraldo de Aragón dedicaba completamente la página 5 de su diario a narrar lo sucedido: “El incendio, que anoche a última hora aun no se había extinguido pero si controlado, se inició sobre las dos de la tarde. Todo empezó cuando un matrimonio y a su hijo se les descontrolaron las brasas con las que trataban de ahumar a una colmena para poder sacar la miel (…) Los lugares donde prendió fueron Las Caladizas, La Muela Peñarroya y la Plana (…) Los 15 vecinos del pueblo estuvieron fuera de sus casas durante tres horas (…) Anoche, las llamas salían del paraje conocido como Valhondo, en el término de Calcena”. De este relato llama la atención el hecho de que el fuego se diera por controlado cuando en realidad, como veremos en la nota de prensa del martes, a lo largo del lunes el fuego se reavivó en varios frentes.

Por su parte, el Periódico de Aragón, también se hacía eco de la noticia el mismo lunes, con el titular: Un incendio asola el sur del Moncayo. Junto a una fotografía de la entrada al barranco de los Rincones calcinada. El texto es mucho más rico en detalles y específica que el fuego por la noche seguía fuera de control y que algunos vecinos de Calcena barajaban la opción de abandonar también el pueblo dada la dirección del frente. También aparecía el testimonio de vecinos de Purujosa en torno a lo sucedido.

La portada del Heraldo de Aragón del 14 de septiembre manifiesta el vuelco que dio la situación a lo largo de la noche del lunes: El fuego avanza sin control por el Moncayo. Ese era el titular junto a una fotografía de las enormes llamas. La noticia aparecía en la tercera página donde se explicaba que el “incendio se avivó debido al fuerte viento reinante en la zona y se extendió hacia el noreste, afectando a los términos municipales de Talamantes, Ambel, Tabuenca y Trasobares”. También se recogen testimonios de vecinos que explican el desalojo: “nos llevaron al río con lo puesto y cogimos la Virgen de Constantín porque la cueva en donde está su ermita queda cerca de donde empezó el incendio”. Además, la contraportada de Heraldo recogía varías imágenes del incendio, lo que da muestra de que fue una de las noticias más impactantes de ese día.




El periódico de Aragón abría la sección autonómica bajo el encabezamiento de “Nueva catástrofe natural en la región” con el titular: El viento enfureció el fuego del Moncayo. Se explicaba como el Cierzo había llevado el frente a la Tonda atravesando el Barranco de Valdeplata.

Los corresponsales de Diario 16 se sumaron al seguimiento del incendio y el martes ocupaba una página entera en su diario. En ella explicaban como la columna de humo se veía desde Zaragoza. Ante el peligro que reinaba en toda la zona, la carretera que remonta el río Isuela estaba cortada entre Trasobares y Calcena. Nuestro nido de águilas estaba cercado por el fuego.

Finalmente, el miércoles el incendio que duró más de 48 horas se dio por controlado. Era el momento de hacer recapitulación y tanto Heraldo como Periodico de Aragón encabezaban con el titular: El incendio del Moncayo arrasó más de 2.000 hectáreas”. De este modo, se trató del mayor incendio forestal de Aragón de aquel año. La valoración coincidía en una falta de coordinación, a pesar de la llegada de refuezos militares, en las tareas de extinción.



Esperemos que la campana de la ermita de la Virgen de Constantín no tenga que volver a sonar alertando ningún otro incendio.

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